ESTILO DE SUEÑO - Andres Zarzuelo literario

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ESTILO DE SUEÑO

 Por aquellos años de cuando tenía veinte, Juan Antonio Nieves era un joven demasiado atractivo, poseía ese don que lo engalanaba con naturaleza dotada de los dioses. Era cuestión de caminar o juntarse con los amigos del padle que siempre alguna mujer lo miraba. Entre esas cosas la empresa del padre de Juancito había quebrado, pues se vio obligado a dejar el padle y esas relaciones.

Qué tristeza Juan!! le dijo Micaela, una de esas amigas del grupete y hasta quiso de millones de formas darle ánimo. Pero la vida del Juanchi no volvió a ser la misma, no mejor ni peor, sino prescindido(alejado) de lo que conoció.

Se mudaron a un suburbio muy populoso en el que abundaban los bullicios, la gente tiraba cosas por donde sea y había quienes se drogaban.

Por ahí andaba paseando Juan con su bella ropa por el centro, se seguía sentando en las viejas confiterías a las que iba pero la gente que le era propia, dejó de serlo de la noche a la mañana. En un abrir y cerrar los ojos empezó a ser un teórico socialoide y empezó a querer destruir el sistema que lo había destruido.

Micaela por lástima tal vez lo invitó a ir de paseo a un lugar muy conocido en Chile, un barrio de la alta alcurnia donde vivía su tío, una suerte de socialoide pero repleto de dinero. Sabía que Juan se sentiría bien, y fue de vacaciones al barrio de Las Condes.

Micaela era amiga de Juan, amiga de las que se circunscriben nada más que a eso. Pero Juan empezó a verse casi sólo y Mica, emepezó a sentir cariño no de amigo por él. Siempre compartían los cigarrillos y ya llevaban cuatro años así. Juan siempre convidó cigarrillos de los más caros. El rito siguió y siguió, aunque empezaron a flaquear los cigarrillos de Juan y Micaela convidaba.

En esas vacaciones el tío de Mica, decidió dejarles la casa .Entonces ella comenzó a acercarse Juan de forma peligrosa, a mostrar su trasero sin ropa interior,  y usar cuánto método hubiera para ser mirada. Juan se descuidó y definitivamente probó la miel de los besos de Mica. Y poco a poco la tocó, se acostaron juntos e iniciaron un romance demasiado pasional en el que Juan no había tenido tantos sentimientos con nadie, ni para con él hubo antes.

Decididamente se querían y Mica iba por todo lo de Juan, así que arrancó sonrisas y cosas demasiado dulces de Juanchi, pasando tardes y mañanas abrazados y amándose mutuamente. No obstante Mica algo guardaba en todo eso, Juan lo notó y así lograron mirarse con desconfianza relativamente.

Juan no tenía ya lo de otros tiempos y empezaba a pedir cigarrillos y requerir la ayuda de Mica en muchas cosas. Mas ella lanzó reproches y quejándose de la situación llegó a los extremos. Qué por ello Juan esperaba terminara Enero para regresar a su casa y hasta quería de anticipo volver. Mica intentó que no fuera así, pero seguía en ese tren de reproches uno tras otro. Juan más tiempo pasó afuera y así fue conociendo en el barrio más caro de Chile a distintos amigos.

Una mañana salió a caminar y habló con su nuevo amigo, Alberto. Alberto era de esos chilenos ocurrentes y de buen humor y le presentó a su tía, una literata que se mostraba muy firme y de refinados modales, dones de belleza a la viuda no le faltaron. La Elonora distinguida, como la conocían, era exuberante y empezó a cuestionar a Alberto por su amistad con ese joven argentino "Juan". Detrás de eso se escondía algo, dado que ella le decía a Juan, en esos interines en que Alberto iba al baño o se distraía, que olvidara esa novia que tanto le discutía. Era momento de poner coto a la situación incómoda. Puso Eleonora a Alberto lo más lejos posible y empezó a invitar a tertulias a Juan y hasta se animó a invitarlo a almorzar al centro comercial. Allí de casualidad Micaela visualizó a la mayorcita sonriente frente a Juan. Parecía que moría consumida en los quintos infiernos, por lo que decidió presentarse ante Eleonora diciendo de dónde venía.   Al acercarse Micaela, la viuda la invita a tomar asiento, una vez sentada le pregunta: -Y qué te puedo invitar niña?
M- Nada, gracias!
E- Es un gusto que estés con nosotros: qué te trajo por acá?
M- Ver que sucede con mi novio Juan, pero creo que nada malo, veo que está bien acompañado. (Dijo con aires de ironía)
E- Pero qué niña jajajajjajajaja Si tuviera un novio así lo cuidaría!!
M- Se ve que sos bastante experimentada!
E- No seas atrevida!
M- Vieja puta dejá mi novio, pedazo de mierda!
E- Bocona: por éste escándalo quieres que llame a seguridad? así te meten de patitas a la calle y para colmo que eres extranjera...!!
J- Por favor Micaela, dejá de joder, ya nos vamos.
E- Haz caso a tu novio cabra loca! como puedes tener un novio así y comportarte como una roteque?
M- Hija de re mil puta, calláte!!!
J- Perdón Leonora, gracias por tu hospitalidad, me retiro, te pido infinitamente disculpas, estoy avergonzado.
M- Y vos qué hijo de pu...
J- Vamos, dejá las pelotudeces!

Llegaron a la casa y los candelabros antiguos adornaban la siesta, Mica, no le dirige a Juanchi la palabra, lo mira con desdén y hasta lagrimea, pero lo intenta disimular.

Separados duermen la siesta y deciden no hablarse. A la tarde se juntarían en el comedor a tomar el té, y cumplieron con ese ritual que estableció el tío de Micaela que andaba por esos momentos en el sur de Chile confiando en los jovenzuelos.

Pasaron las horas del silencio atronador.
Toc toc suena la puerta a las siete de la tarde: Era Eleonora, venía con un vestido corto y escotado. Atiende Micaela: Qué querés?
E- Vine para ver como estabas, te vi mal y te puedo ayudar con un médico amigo para que te trates.
M- No estoy loca, pelotuda!
E: Cálmate por favor, ya cuando venga tu tío hablaré con él con calma. Me retiro, no vine con ánimos de pelear!
J: pero que te pasa Mica, por el amor de Dios!
M: Chau! (y cerró la puerta de manera violenta) Vieja culia...murmura
J: tal vez Leonora tenga razón y necesites un tratamiento, nada malo va a pasar si lo hacés!
M: Ay! cómo podés ser tan cínico?

El caso es que Juan llamó donde estaba el tío de Micaela y comentó todo lo sucedido, el hombre éste prometió regresar al otro día y presentar a Mica un médico psiquiátrico dados sus "desbordes".


Eleonora era vieja conocida del médico y del tío de Micaela, por lo que ya tenía corazonadas sin saber de lo que seguiría.

Llegó la mañana, Micaela tenía inquietud, fumaba como murciélago mas no había desayunado aún. Se abrieron las puertas y apareció su tío, quien disparó -buen día Micaela! vine por tu estado grave el cual me comentaron, nunca pensé que tú estarías llena de berrinches y esos desórdenes psíquicos, por lo que mi amado hermano, tu querido padre no quiero que pase.  Mis opciones son dos, o te vuelves a Mendoza o en todo caso, dispondré de un psiquiatra para que cuando llegues de regreso las cosas se encuentren bien y no quiero resquemores en la familia.

Micaela miró a Juan con odio, a su tío con ira y empezó a insultar, a ponerse colorada en medio de su candidez de siempre, su tío corrió donde el teléfono y pidió llegue alguien para salvar esa situación, pues no había visto jamás tales desbordes. En pocos minutos llegó el psiquiatra y acompañado por dos enfermeros procedieron a llevar a Micaela sujetándola y subiéndola a un auto. Quedó Juan y el tío de Mica en esa casa pintoresca de aquel barrio caro de Chile, cuando el sol de la tarde se ocultaba y las nubes se apoderaban, fue que recibieron el llamado del médico, indicaba el mismo que estaba bien medicada y que ya había realizado una receta.

Juan ahí es que decide separarse de Micaela y contarlo a su tío, asegurando que, no volvería por ella a tener ese amor que se consumó en ausencia de él. Tampoco repetiría ser amigo, dado que como amiga falló en reiteradas oportunidades y dejó de ser solidaria y buena como parecía. Así que Juan emprendió camino a su valentía para expresarlo y se fue retirando de la vida de ellos y haciendo las maletas.

Al salir está Eleonora, quien ofrece a Juan quedarse en un lugar que tiene desocupado: -para qué te irás si viniste a disfrutar?
J- Necesito irme, volver al lugar de donde soy, a mi vida, y se que no es la mejor, que estamos quebrados en mi familia, y requiero buscar mi paz aunque sin los lujos a los que siempre tuve, me necesito encontrar.
E- Yo te ofrezco mi espacio, no te molestaré, te lo prometo, mientras piensas en tus cosas. Si te parece...
J- Está bien, voy a probar un par de días, y me voy.
E- No se diga más Juan, placer de que estés en casa!.

Los días pasaron y Juan empezaba a sentirse cómodo compartiendo el desayuno con Eleonora, ella hablaba y le preguntaba acerca de sus gustos, Juan respondía y así se arrimaban. Eleonora no se contuvo: -tú necesitas una mujer de verdad, que tenga lo que debe tener una mujer "valentía" experiencia, que entregue su amor sin miramientos.
J- no lo sé, quisiera creer que existe en alguna parte.
E: ésta frente a ti y ve en ti lo que eres.
Por mucho que Eleonora intentaba parece que Juan estaba demasiado sumido en su pesadilla de tensa calma, empero sentía el atractivo del aroma, esa mirada fogosa, ese cuerpo escultural y la sensación de querer experimentar tantos deseos incontenibles.

De pronto Eleonora juega la última ficha, pretende con esa paciencia su último golpe, va a ducharse, sale del baño y muestra sus encantos con los encajes y sus transparencias a Juan asomando levemente, y le pregunta -Qué ves, Juan?
J- Te veo a vos!
E- Quiero decirte que eres atractivo, no lo se Juan, te deseo!
J- Te estoy deseando
E- No me digas nada, quiero contigo vivir, que me hagas sentir joven, llenarme de alegría.
J- No te precipites, yo debo volver, están mis padres, debo completar mis estudios y las cosas no están bien en mi casa, si termino mis estudios quizás cambie todo para mi futuro.
E- Lo puedes hacer conmigo aquí Juan!! lo puedes! además yo estoy necesitando de alguien como tú, con iniciativa. Es muy pronto para hablar, ya sé, solo conóceme, dale tiempo a ésto, tienes 15 días más para decidir.
J- Pero qué van a decir mis padres? Por Dios, una mujer como vos no me perdonarían!
E- No Juan, yo hablaré, yo les diré, te acompañaré a la Argentina para hablar con ellos. Date tiempo éstos días y conóceme, Aprovecha y llama ahora: di que te quedarás aquí éstos días, que soy una amiga del tío de Micaela y cuéntales lo que pasó.
J- Perfecto, pasáme el teléfono por favor que hablo.

De pronto una tempestad de calma se apodera de Juan y en el fondo veía demasiadas preguntas. Tenía seguridad, tranquilidad y contrastaba con esa puja interna de verse en los brazos de alguien que envejecería y que debería su vida y futuro para siempre.
A la vez vez miraba el placer de sus ojos y el ángel de la tentación que lo seguía en esos pasos de la mujer dominante, sigilosa, puntillosa, amable y con ternura para él,  pese a ser insidiosa, estruendosa, y de carácter fuerte al dirigir sus cuestiones.

Caminaba Eleonora con sus pasos de princesa en el cavilar de Juan, sensual, suave pero tenaz. Cada paso sugería algo que provocaba a Juan. Hasta que él mismo decidió acercarse al cuarto de Eleonora, golpear a su puerta y decir: -Pensé lo que me dijiste, te quiero conocer más, sin ningún compromiso, no voy a arrojarme a tus brazos, solo quiero conocerte mejor éstos días, y si me enamoro de vos, date por perdida, aquí voy a estar sin importarme nada.
E: Yo te demostraré que soy una mujer en su esplendor, que te puede amar, se que pasaste cosas duras, pero estoy aquí contigo para devolverte toda la felicidad que perdiste.
J- Si me disculpás...Permiso! solo eso te quería decir!
E- Adelante Juan, te quiero y gracias!

Juan salió del cuarto de Eleonora pensativo como nunca, el maremoto de ideas volvía a su cabeza y los vahos de la sensualidad incorporada de Eleonora, y las diferencias de tiempo se juntaron en su cerebro exprimido. Esa noche Juan pensó hasta quedarse dormido en todo lo que Eleonora le dijo y sintió que nadie jamás le dijo algo tan tierno como eso,  su dulzor podía sentirse por doquier donde fuera. Al despertar esas palabras sonaron y pudieron más que las preguntas acerca de la edad de Eleonora. Se sentó a su lado a desayunar  mientras el sol muy tenue por las cortinas rodeaba y daba brillo a una extrema impresión de libertad que tenía Juan, por lo que decidió tomarle la mano a Eleonora y decirle: -voy a tomar tu ruta, va a ser despacio, tenme paciencia Eleonora!
Y así es que Juan la besó en la frente de manera tierna, Eleonora tomó su mano, lo abrazó y puso sus pechos erguidos sobre Juan.

E- Yo esperaré el tiempo que sea necesario, Juan, deseo tu amor, quiero que seas el hombre de ésta casa.
J- Eleonara, el tiempo por si no te das cuenta está empezando!
E- Quieres que te prepare algo amor? perdón, Juan
J- No jajaja Eleonora, gracias, dejáme mirarte...pero que cosa, tan pronto me decís amor?
E- Eres lo que quiero!

Entre palabra y palabra Juan y Eleonara se besaron intensamente. En tanto Juan no había sentido tanto amor junto desplegado, dulzor y besos perfectos cargados de pasión que invitaban a copular. Fue esa mañana que la ropa de Eleonara y Juan se desparramó por todo el comedor.

Juan quedó tan dormido y rendido que se entregó al colchón de dos plazas de Eleonora y despertó a las dos de la tarde .Ya seducido y entre nubes parecía despertarse apacible del sueño. La ve recostada leyendo un libro "POESÍAS COMPLETAS DE GRABRIELA MISTRAL". Eleonora lo mira con su cara nueva de amor y agrado, diciendo: -Hola Juan ¿estás bien mi peluchito?
Juan sentía de pronto que había cometido un error pero a su vez tenía certeza de que Eleonora le devolvía esa calma, esa paz de hogar, de mujer indescriptible.

J- Mi viejita, quiero quedarme con vos, no se cómo es ésto pero se que si sos así como te veo ahora y por todo lo bueno que tengo con vos, no quiero volver a la Argentina más que a hablar con mi padres.
E- Me da gusto escucharte! Así lo vamos a hacer!

Juan se predispuso a comunicar lo que sucedía a su padres y llamó por teléfono para avisar que muchas cosas cambiaron en esos días y que les presentará a alguien a quien quiere con todo su corazón. La madre de Juan al escuchar ésto sintió que se estaba destrozando su alma, pero prefirió decirle a su hijo que si se ha enamorado de alguien mayor que continuara, pues las cosas del otro lado de la cordillera habían empeorado.

Así pasó el tiempo, los días, las semanas, los meses y Juan se fue a inscribir acompañado de su pareja a la Universidad Católica de Chile, volvió a la Argentina para hablar con sus padres y por último Juan fue apoyado. En el fondo ellos sabían que ya no debían cuidar su estilo y que sus nuevos amigos del vecindario al escuchar que Juan hará una carrera en Chile y su pareja es una dama de la alta alcurnia estarían felices. Era un nuevo estilo y la gente era menos complicada que las relaciones anteriores. Además Eleonora caía bien porque les recordaba eso que alguna vez tuvieron...

A los dos años de esos sucesos Juan se casó y volvía a la Argentina nada más que para visitar a sus padres, pasear y mostrar su nuevo auto. Vivió feliz, enamorado y con mucha pasión que desbordó el país vecino: Lo conocieron como Don Juan de la distinguida!

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